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6 de diciembre de 2008

SAM MITCHELL: CON LA CABEZA BIEN ALTA

Alejandro Díaz Triguero
No me parece en absoluto Sam Mitchell un gran entrenador de baloncesto. Durante su primer y segundo año en Toronto Raptors adolecía de falta de iniciativa, falta de ideas y solía ir a remolque de la situación del partido o de las decisiones que tomara su colega del banquillo contrario. Como se suele decir en el argot ciclístico, constantemente “haciendo la goma”. Pero era lógico, era un entrenador novato y tampoco había pasado mucho tiempo como asistente ni había probado en el baloncesto universitario.

En su primera temporada apenas pudo contar con Vince Carter en 20 partidos antes de ser traspasado a New Jersey y tuvo que tirar de Jalen Rose y un Chris Bosh que con la salida de Carter comenzaba a concienciarse que el futuro de la franquicia canadiense pasaría por sus manos. Apenas pudieron ganar 33 partidos, lo que igualaba el registro de la temporada anterior. A nosotros ya nos afecta más lo que sucedió al año siguiente. En España tendemos a atacar a los entrenadores de los nuestros, especialmente si no dan mucha bola a los jugadores españoles. Pasó con Hubbie Brown y continuó con Iavaroni en Memphis, McMillan lleva tres años sufriéndolo y Sam Mitchell no podía ser menos. A Sloan nadie es capaz de reprocharle nada y Jackson no ha dado razones, pero aún así… Hay que reconocer ante todo que el José Manuel Calderón de su año “rookie” no era el jugador que es ahora y que la temporada de Mike James, al menos en anotación, era buena. Es difícil sentar a un base que te promedia más de 20 puntos por partido por un novato. Los resultados fueron lamentables, con 27 victorias en temporada regular. Y aquí es cuando cambia la historia en Toronto.

Cambia porque se produce la llegada de Jerry Colangelo, el arquitecto de los Suns de Mike D’Antoni (con la mano del gran Stern detrás de todo). Primera decisión de Colangelo: no cargarse a Mitchell, primer error, segunda decisión: traer a un base con vitola de estrella (o en proyecto de), segundo error. Con un Bosh establecido en la jet set de la liga, Colangelo decide rodearlo de europeos: ya estaba Calderón y llegaron Nesterovic, Garbajosa, Slokar, Bargnani y Anthony Parker (que no es europeo, pero como si lo fuera, ni el marido de Longoria, como he oído en algún telediario). Sorprendentemente, todo empieza a salir bien para la franquicia de Toronto. Se ganan 47 partidos, líderes de división y aumentando la asistencia de público. A pesar de caer en primera ronda, no era momento de cesar de Sam Mitchell. Acababa de ser nombrado mejor entrenador de la Liga.

A la siguiente temporada comienzan a torcerse las cosas para los Raptors. Garbajosa no terminó de recuperarse de su lesión, TJ Ford estuvo fuera más de 30 partidos y los refuerzos de Colangelo fueron Delfino, Moon y Kapono, jugadores que no deberían ayudar al equipo a dar un salto de calidad definitivo. Además de todo, Bargnani demuestra que no es lo que se espera de un número 1 del Draft. Pero en esta temporada se demuestra que Sam Mitchell no es un entrenador con personalidad ni arriesgado, devolviendo los galones y los minutos que su contrato exige a TJ Ford y dejando a Calderón en el banquillo, a sabiendas de que el extremeño era su hombre. 41 victorias y de nuevo cayendo en 1ª Ronda. La paciencia de Colangelo se colma y para ayudar a la reconstrucción del equipo decide desprenderse de Ford y Nesterovic por Jermaine O’Neal, que no es ni la sombra de lo que era. Se marchan Garbajosa y Delfino, su elección del Draft (Roy Hibbert) se mete en el paquete de O’Neal, y para suplir la baja de Ford (14 pts y 8 asistencias en 2007) traen a Ukic y Solomon. El comienzo de temporada de los Raptors se sitúa en torno al 50% de victorias (como la temporada anterior y con peor plantilla) y Sam Mitchell es destituido.
No es un gran entrenador, pero le han desmontado un equipo al que llevó a las 47 victorias. Tenía una de las mejores parejas de bases de la Liga y le dejaron sin recambio. El virus 2010 iniciado por New York Knicks ha dejado a su primer damnificado en Sam Mitchell. Colangelo tiene miedo de que los cantos de sirena de la gran manzana lleguen a oídos de Bosh y en Ontario no sean capaces de retenerle con razones puramente baloncestísticas y es capaz de llevarse por delante a quien sea. Así que el bueno de Mitchell se va, eso sí, nunca perdió la compostura. Es fácil imaginárselo con su traje impoluto, sus corbatas y su andar característico metiendo una caja llena de apuntes en el maletero del coche aparcado a las afueras del Air Canada Center, con la cabeza bien alta.

Alejandro Díaz Triguero / Author & Editor

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2 comentarios:

Sergio dijo...

Este articulo me suena jejeje... VIVA NBADICTOS !!!!!! :D

Alejandro Díaz Triguero dijo...

Jejeje, grande NBADICTOS, a ver si ahora que he publicado alli entra mas gente aki y me escriben comentarios y me animan a seguir escribiendo

Para ponerse la piel de gallina

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